Ficción y realidad a 46 años del día en que "al bandoneón se le cayó Pichuco de las manos"
- Quizás porque me hice en tangos...
- Quizás porque cuando todavía las caras no eran caras ni tenían nombre, vi tu cara en la tapa de algún disco que atesoraba el viejo.
- Quizás porque la tía Melucha me enseñó aquel arrullo de “Dormite, mi niño Pedro, que está por llegar envuelto de nube y cielo Papá Baltazar”. - Quizás porque la vieja decía que papá te idolatraba.
- Quizás porque dicen que eras tan simple y tan humano que en aquellos largos veranos de los ’60 se te podía ver luciendo la panza en las playas de “la feliz”, siempre con Zita a tu lado.
- Quizás porque te hiciste la fama de buen amigo de tus amigos y entonces, en mis largas noches de tangos y amigos, te imagino bromeando con Cátulo, discutiendo con Edmundo, tarareando la música que le ibas a poner a “Sur”, al lado de Homero, tal vez escondiendo el presentimiento de un “Responso”.
- Quizás porque cuando Edmundo se fue de la orquesta a buscar su propio nido le dedicaste las palabras más dulces: “Rivero se va amigo”.
- Quizás porque tu “Yuyo Verde” se encendió con la luz de la sala en la que bailé mi primer tango, y con el sol de un establo donde di mi primera clase en tierras lejanas.
- Quizás porque tu variación de “Quejas…” es, para mi oido, la más conmovedora expresión de nostalgia y esperanza.
- Quizás porque sos tan único y contagioso, que pude enseñarle a mi último amor a quererte tanto como yo, y siempre que suene tu música, algo de mi te bailará con él.
- Quizás porque, cuando buscando la calma esquiva hincho el pecho en un aliento, veo tu cara y tus ojos cerrados abriendo tu fueye para que él también se calme.
- Quizás porque en estos tiempos aciagos en los que el tango nos falta, me resguardo en tu máxima más famosa: “el tango siempre te está esperando” y sé que es así porque lo dijiste vos, y nadie puede ser tan insolente de desafiar tu sabiduría.
- Quizás porque hoy, a 45 años de que te fueras, te imagino en algún cielo tanguero, entre música, copas y algún que otro exceso de humanidad imperfecta, haciendo de las tuyas con la barra, tocando en un Marabú de estrellas donde seguro que el viejo y la vieja improvisan un ochito, mientras la tía Melucha sigue con eso de “de mi niño, niño Pedro, no te vayas a olvidar…”
- Quizás porque no hace falta conocer a alguien para sentir que es tu familia.
- Quizás porque me hago en tangos…
... para mi serás siempre el “Tío Pichuco”. El único capaz de hacer de una ficción, mi realidad.
Aníbal "Pichuco" Troilo 11/7/1914 - 18/5/1975
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