“Confesiones de una artista no-tan-jet-set”
- María Olivera

- 23 sept
- 5 Min. de lectura
Viajes, tango y el arte de explicar tu vida sin aburrir a la gente hasta la muerte.

A simple vista, ser Maestra de Tango itinerante puede parecer pura gloria: viajes constantes, baile sin fin, ser recibida como parte del jet set. Y sí, muchas veces se siente así. Pero la verdad es más compleja: una mezcla de privilegio, cansancio, gratitud… y unas cuantas carcajadas a tu propia costa.
Hacer lo que amas (si de verdad lo amas)
Si de verdad amas el tango y la enseñanza, sos afortunada (y sí, hay quienes lo somos). Podés vivir de algo que te enciende y te da felicidad. No todos en esta profesión lo logran—algunos pierden esa chispa en el camino—pero si la mantenés, tu vida es una bendición.
Y lo que la hace realmente especial es el cariño de los alumnos. Ser recibida con los brazos abiertos, sentir su calidez y gratitud, es una de las recompensas más poderosas de este trabajo.
Días libres y salas de espera
Tus “días libres” pueden ser mágicos: una caminata matinal por Central Park en Nueva York, un atardecer junto a la Torre Eiffel en París, un viaje en tranvía por Lisboa, o 10 km de running energizante junto al Golden Gate en San Francisco. A veces es una caminata por el desierto de Nuevo México, o un día inesperado en una playa de Florida. Esos momentos son auténticos regalos del camino.
Pero con más frecuencia, tu “tiempo libre” es la larga espera en la puerta de embarque, rodeada de luces fluorescentes, anuncios de vuelos y el sonido de valijas rodando. Y, por extraño que parezca, aprendés a querer esos ratos de soledad. El glamour, la mayoría de las veces, es una sala de espera.
Ser recibida como una estrella del jet set (Queeee?)
Como artista invitada, la gente te recibe con una generosidad extraordinaria. Abren sus casas, a veces hasta mansiones con comodidades que no tenés en tu hogar. Es emocionante, conmovedor… y un poco surreal.
Porque en tu cabeza, un “artista” es Picasso o Paul McCartney. Vos enseñás el ocho cortado. ¿En serio? ¿Artista?
Y sin embargo, sí. El tango es un arte, uno que ha cautivado al mundo por casi dos siglos. Puede que no estés colgada en el Louvre ni llenando estadios, pero enseñás y compartís una forma de arte vivo. Eso es lo que la gente ve cuando te abre su puerta. Y al final del día, aprendés a abrazar tu pequeña contribución a que el mundo sea un lugar mejor (¿no es para eso el arte?).
"No soy de aquí, ni soy de allá"
En cada ciudad, estás lo justo para conocer a todos, pero nunca lo suficiente para conocerlos de verdad. Pertenecés en todas partes, y en ninguna. Y cuando te vas, para vos la vida en ese lugar se congela en ese momento. pero avanza para los demás, y cuando volvés, te sentís fuera de cuadro, fuera de lugar, fuera de tiempo. Eso también pasa incluso en “casa.”
El trabajo invisible: 23 kg de equipaje
Detrás de la magia del tango, está el entrenamiento para mantener el cuerpo fuerte—menos para bailar, más para cargar equipaje. Las valijas no se suben solas al auto, por las escaleras, ni a las cintas del aeropuerto.
También está el malabar mental constante: tratar de mantenerte en contacto con amigos y alumnos en distintos husos horarios. No querés perder vínculos, pero es imposible llevar un “archivo perfecto” de todos, en todos lados. Todo esto mientras intentás seguir al día con “tu vida en casa”, tus proyectos, tus planes futuros, tus mails y tus cuentas.
Y después está el calendario. Cuando la mayoría disfruta de un viernes a la noche, vos estás trabajando. ¿Sábado a la noche? También. Y cuando finalmente sos libre un martes a la tarde, tus amigos están en la oficina. ¿Querés ir al cine? Andá solo. Este trabajo te da vuelta los fines de semana en días de semana, y tus domingos suelen desaparecer en aeropuertos. Los ritmos de tu vida casi nunca coinciden con los de los demás.
La incómoda verdad en la milonga
Acá viene una confusión frecuente. En las milongas, la gente piensa que el profesor visitante está ahí “para divertirse”. Y a veces sí. Pero muchas veces acabás de dar horas de clase, te duelen los pies y mañana te espera más de lo mismo. Decir que no a un baile no es arrogancia: es supervivencia.
Tu idea de una “tanda divertida” también puede ser muy distinta de la expectativa general. Cuando tu trabajo es bailar todo el día, tu definición de diversión cambia.
"Volver..."
Volver a casa no es tan simple como dejar las valijas. Muchas veces regresás en otra estación: dejás el verano atrás y aterrizás en pleno invierno, ajustándote a nuevas horas de luz mientras tu cuerpo todavía responde a otro huso horario.
Tus amigos y tu familia están metidos en sus rutinas, mientras vos volvés cargada de historias. Pero compartirlas siempre es un rompecabezas: ¿los estoy aburriendo con detalles? ¿De verdad les interesa? Si les interesa, ¿realmente entienden? ¿Y cómo hago para de verdad transmitir lo que fue mi vida durante los últimos tres meses? Terminás dudando si contarlo o simplemente sonreír y asentir mientras la vida sigue su curso alrededor tuyo.
Reconstruir tu rutina en la milonga local también lleva tiempo—mandar pequeñas señales a tus compañeros de baile de que ya volviste, y esperar que la conexión siga viva.
Las citas... de esto... mejor ni hablar
Ah, las citas… Imaginate intentar conocer a alguien cuando vivís entre valijas, vuelos y casas ajenas. No es fácil decirle a tu familia anfitriona: “No me esperen despiertos, tengo una cita esta noche.” La privacidad escasea, los horarios son más ajustados que un zapato de tango, y tu vida sexual rápidamente se convierte en un meme de instagram. Decir “complicado” no alcanza ni para empezar.
¿Y las citas en casa? Tampoco son mucho más fáciles. Sabés que pronto vas a volver a irte, a veces por meses. ¿Quién quiere comprometerse con alguien que nunca está? La mayoría se imagina que tu vida es una sucesión de oportunidades sexuales alrededor del mundo, cuando en realidad probablemente estés con los pies en hielo mirando una serie en Netflix durante la única hora tranquila que lográs rescatar para vos misma.
"Y sin embargo... te quiero"
Con todos los desafíos, no cambiarías esta vida que amás tanto. Enseñar tango no es solo compartir pasos—es un ejercicio constante de creatividad, de autoexploración, de empatía. Te empuja a crecer, a encontrar nuevas formas de conectar, a expandir tus recursos para llegar a más personas. Todo esto mientras transitas las calles de las ciudades más maravillosas del mundo.
Y, sobre todo, te llena de alegría ver florecer a tus alumnos, presenciar sus descubrimientos, y saber que fuiste una pequeña parte de su camino. ______________
Entonces, ¿qué significa ser un profesor de tango itinerante?
Significa vivir en una valija, ser recibido en casas más bellas que la tuya mientras extrañás tu propia cama, pertenecer en todas partes y en ninguna, hacer malabares con husos horarios, cuidar tu cuerpo cuando los demás esperan que bailes, y reírte (?) de lo imposible que es tener una vida amorosa estable.
También significa llevar en cada valija el cariño de tus alumnos, y encontrar, en cada abrazo, una razón para seguir.
Es agotador, desorientador, a veces solitario… y al mismo tiempo, profundamente hermoso. Una vida hecha de aeropuertos y abrazos. Una vida que yo no cambiaría por nada.








Fascinante hermoso leer algo tan intenso
Gracias por compartir todo
Te amo
Hermoso y melancólico a la vez... estoy acá hermana siempre donde estés y GRACIAS por ser mi profe de TANGO!!!!
Qué buena elección de vida, María, pero qué duro resulta a veces con tantas idas y vueltas. Pero a pesar de lo difícil que es, seguro te quedas con todo lo lindo vivido y experimentado. Y gracias a tu visible pasión por el tango nos dejas una enseña extraordinaria que con mucha paciencia y amor nos inculcas. De más está decirte que nos encantan tus clases que nos das con mucha profesionalidad y humor. Acá estamos siempre deseándote todo lo mejor en todos tus viajes y esperándote con los brazos y corazón abiertos para seguir disfrutando y tratando de prender este mundo del tango tan nuestro y amado por muchos en el mundo. ¡Hasta pronto y a disfrutar!!! Cariños y…
Que gran verdad todo lo que comentas, por algo están los dichos " No todo lo que brilla es oro ",pero creo que es el momento y lo estás haciendo muy bien, pese a todas estas vivencias nada fáciles que te tocan vivir....!!! Creo que la cosecha no va a tardar en llegar y va a llegar la paz, la tranquilidad ,el amor y todos los éxitos juntos, buen viaje, toda la fuerza y éxitos....!!!
Abrazo grande,gracias por todo y te vamos a estar esperando para seguir aprendiendo y disfrutando bailar Tango con vos y Andrés, beso grande....!!!Éxitos y vamos que sé puede 💪....!!!